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El Castillo de Cadrete

Cadrete


Historia

El castillo de Cadrete es una construcción de origen islámico, mandada levantar por Abderramán III en el año 935 con motivo del asedio de Saraqusta, cuyo gobernador se declaró en rebeldía tras negarse a seguir ciertas órdenes dictadas por el califa. Sofocada la revuelta, nada sabemos de esta fortificación hasta comienzos del siglo XIII, momento en que Pedro II de Aragón empeña temporalmente la villa de Cadrete y su fortaleza para saldar la deuda que había contraído con Pedro de Navascués. Décadas después, Jaime I repetirá de nuevo esta operación, en esta ocasión con Artal de Huerto, quien le había realizado un importante préstamo de dinero. A finales de dicha centuria, Alfonso III de Aragón cederá y después venderá a perpetuidad el señorío de Cadrete a Juan Zapata, embajador y Justicia del reino, en manos de cuya familia permanecerá el castillo hasta finales del siglo XIV, momento en que pasará a formar parte de las posesiones del cercano monasterio de Santa Fe de Huerva. Con la expulsión de los moriscos aragoneses en 1610, la fortaleza quedará completamente abandonada, permaneciendo así durante más de tres largos siglos hasta que la lucha iniciada en 2003 por diversas asociaciones, vecinos y el propio ayuntamiento, desembocó en una primera fase de restauración, consolidación y rehabilitación entre mayo de 2011 y agosto de 2012.

El castillo de Cadrete fue incluido como Bien de Interés Cultural con categoría de monumento en la relación de Castillos de Aragón, publicada en la Orden de 17 de abril de 2006 del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón (BOA, nº 57, de 22/5/2006),1​ en virtud de lo dispuesto en la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés.2​


Descripción

E l castillo de Cadrete se encuentra a unos 380 m sobre el nivel del mar y a unos 80 m sobre la llanura del valle del Huerva. La erosión de dos barranqueras por los lados E y O, que confluyen al llegar al nivel del río, convierten el cabezo en un apéndice de la sierra, rodeado por sus ¾ partes de acantilados de 70 m de altura, aunque relativamente accesible por el lado S. Su eje mayor de unos 200 m es perpendicular al de la sierra que por la espalda le supera y camufla. La formación geológica del cabezo es como la de toda la sierra y montes del bajo Huerva. Nos encontramos formaciones de yeso muy erosionadas que no ofrecen grandes picos y sí suaves lomas compuestas por plataformas de yeso superpuestas.

Construido en argamasa de yeso, mediante el empleo de la técnica del tapial, el castillo de Cadrete presenta tres recintos bien diferenciados, reformados y ampliados a lo largo de casi 700 años de ocupación. El recinto superior, articulado en torno a un patio abierto, acogió las estancias de mayor relevancia de la fortaleza, como un vestíbulo, un aljibe con capacidad para unos 5000 cántaros, un soportal, una capilla dedicada a San Miguel y otras construcciones de difícil identificación. No obstante, si hay un elemento que sobresale por encima de todos ellos es la imponente torre de cuatro pisos, formada en realidad por una primitiva torre de época califal, posteriormente forrada y recrecida por una segunda torre para tratar de frenar los problemas estructurales de la primera. En su interior, todavía se conservan algunas de las bóvedas originales así como restos de decoración en su tercera planta, lo que podría denotar un uso residencial.

El recinto intermedio, al que se accedía desde el anterior por una escalera de caracol de la que sólo se conservan algunos escalones, se trata de un amplio espacio pendiente todavía de excavación. No obstante, los sondeos realizados parecen indicar que pudo estar dedicado a uso doméstico, sin descartar la presencia de unas cuadras e incluso un pequeño patio de armas.

Una puerta situada en la esquina noroeste del mismo, da acceso al recinto inferior articulado en dos plataformas distintas. Al igual que el anterior, también se halla a la espera de una excavación que revele más datos, aunque gracias a las obras de restauración y rehabilitación sabemos que contaba con dos baluartes defensivos protegidos por varias aspilleras y con una estructura circular revestida de yeso en cuyo centro se sitúa un pilar rectangular, sobre la que se han formulado diversas hipótesis, a la espera de ser corroboradas en futuros trabajos arqueológicos.

El acceso actual al castillo se realiza a través de una rampa que bordea el cabezo y comienza en el barranco del lado O, donde terminan las casas del pueblo, sube por el acantilado N y continua por el situado al E. Este camino se abrió a mediados de los ´70 para construir un depósito de agua y destruyó un sendero en zig-zag, fotografiado en los años 60, que seguramente se acercaba más al trazado del acceso original.Espacialmente, el recinto castrense se sitúa longitudinalmente sobre el cabezo con eje SE – NO, o lo que es lo mismo perpendicular al curso del río. En la zona SE se encuentra una formación rocosa que destaca sobre el resto, y en su mitad NO es donde se asentó el primer recinto o recinto superior del castillo. La plataforma de yeso fue recortada verticalmente para adaptarla a la planta del recinto y las dimensiones máximas aproximadas del mismo son: 45 m de largo por 20 m de ancho. Por otro lado, en esta construcción, perfectamente aislada del resto, es donde aparecen las partes principales del castillo: la torre, el patio de armas, la cisterna cilíndrica y la entrada en un muro perpendicular. Parece pues que este emplazamiento debería ser el primitivo. Detrás del recinto, justo debajo del muro que rodea la torre, continuaba la plataforma rocosa y se practicó un foso de unos 4 m de profundidad por 12 m de anchura excavado en la roca virgen. Al otro lado de este foso, para estorbar todavía más al agresor se levantó un enorme montículo de tierra de aspecto piramidal formándose tras él un segundo foso natural. A un nivel inferior, y continuando con el recinto anterior hacia el N, se pueden seguir a ras de suelo los muros de otro recinto, mucho más amplio que el anterior y aparentemente diáfano, que termina en una barrera de saeteras a tan solo unos metros del caserío. Sus medidas aproximadas son 75 m de largo por 45 m de ancho.

En el plano táctico y estratégico, la utilidad del castillo de Cadrete estaría condicionada por alguna torre óptica que completara la defensa de su flanco E. A su vez, si su función no era sólo la de proteger el pueblo de Cadrete, debería existir un sistema de atalayas que lo enlazaran visualmente con las fortalezas cercanas y con la ciudad de Zaragoza, ya que carecía de contacto óptico con todos estos lugares.

Actualmente sólo se conocen dos atalayas que pudieran informar al castillo de Cadrete, ambas en la vertiente izquierda del valle. La primera es la que controlaría la ciudad de Zaragoza y está embutida en la actual ermita de Santa Bárbara y la segunda es la torre de Don Artal (Muel) que vigilaría la entrada del camino de Daroca al valle del Huerva, aunque esta última se encuentra bastante alejada de Cadrete. Sobre el sistema defensivo del bajo Huerva en el que se incluía el castillo de Cadrete hablaremos en el último capítulo.

El emplazamiento del castillo de Cadrete sigue los patrones de lo que se suelen denominar fortalezas musulmanas o de espíritu musulmán. Según la mayoría de los investigadores, los musulmanes de al-Andalus solían aprovechar el cobijo de las sierras que delimitaban las márgenes de los valles para construir sus fortalezas. Buscaban cabezos con defensas naturales como barrancos o acantilados y casi nunca elegían los picos más altos. Preferían ubicar los castillos a media altura para que los montes que los rodeaban los camuflaran y no desvelaran su presencia. En el caso de Cadrete todo esto se cumple y se podría afirmar que el espíritu de este castillo es musulmán.

Restauración
La Asociación para la Recuperación de los Castillos de Aragón, en el año 2000, alertó sobre estado de ruina que presentaba el castillo de Cadrete. La fortaleza acusaba un abandono total desde el siglo XVII. En 2001 ARCA celebró las I Jornadas Divulgativas y posteriormente la asociación TEDRECA inició una campaña de sensibilización y denuncia. Tras las gestiones del Ayuntamiento, entre mayo de 2011 y agosto de 2012 se llevó a cabo la primera fase de restauración.

Historia
E s difícil datar con exactitud las construcciones que componen el recinto, pero a grandes rasgos sabemos que, hasta su decadencia y abandono en los últimos siglos, ha sido destinada a usos militares, civiles e incluso religiosos, a lo largo de su dilatada historia.

Para ofrecernos una idea general del devenir del monumento, se adjunta a continuación la breve memoria histórico-artística redactada por D. Héctor Giménez Ferreruela, representante de la Asociación para la Recuperación de los Castillos de Aragón:

“Las primeras noticias históricas que se asocian al castillo de Cadrete se remontan a la campaña de asedio de la ciudad de Zaragoza que el califa Abd al-Rahman III llevó a cabo durante los años 935 y 936. Durante los días que permaneció sitiada la capital parece que el cuartel general estuvo situado en este castillo y sus primeros tenentes fueron Ahmad ibn Ishaq al-Ourasi y Muhammad ibn Said al-Mundir al-gurasi. Se ponía así de manifiesto el valor estratégico que tenía la fortaleza como baluarte defensivo. Un siglo después, el castillo pasó a formar parte de la defensa de la Zaragoza taifal aunque no se menciona entre los castillos reconquistados por Alfonso I el batallador en 1118. Tendremos que esperar hasta 1213 cuando el castillo y la villa de Cadrete serán vendidos por el rey Pedro II de Aragón a Pedro de Navascués y los suyos. Unos años más tarde, en 1289, la fortaleza volverá a estar en manos del rey de Aragón y Alfonso III demostrará su valía al confiársela a su embajador y Justicia Juan Zapata, y valorarla en 6.000 maravedises de oro.

Tras la muerte de Juan Zapata el castillo pasó a manos de un pariente suyo, quizá su hijo, llamado Miguel Pérez Zapata. Este personaje fue general de los ejércitos de Pedro IV . Por el testamento de su hijo, Rodrigo Zapata, sabemos que fundó una capilla en el castillo y casi con toda seguridad realizó importantes reformas en otras estructuras con motivo de las guerras con Castilla. A su muerte, acaecida en torno a 1358, su testamento dejaba como herederos universales de Cadrete a los monjes del monasterio de Santa Fe, fundado por él mismo en las cercanías del pueblo. Así pues, a finales del S. XIV el castillo pasaba a manos del clero lo que produciría el abandono paulatino de su actividad militar.

El castillo de Cadrete se encuadra entre las fortalezas de argamasa compuestas por una torre situada en el extremo de un recinto. Tanto su esbelta pero robusta torre, como su amplio y complejo recinto, presentan características poco usuales en construcciones medievales de este tipo que, junto con su relativo buen estado de conservación, hacen del castillo de Cadrete un bien inmueble de gran interés.

castillo

Si a esto unimos el desconocimiento casi total de estas construcciones de espíritu musulmán y aparejo aparentemente endeble, nos encontraremos con suficientes razones para su recuperación, reconstrucción y musealización.

Hoy día, los estudios artísticos y arquitectónicos realizados no nos permiten situar ninguno de los elementos de la construcción actual más allá del S. XII. De esta época procedería la construcción de una torre de planta cuadrada de argamasa y piedras irregulares. Con tres plantas y siete saeteras prismáticas. También procedería de esta época, o quizá del S. XIII, la decoración con marcos de lacerías romboidales realizada en yeso y colocada sobre las paredes de la tercera planta de dicha torre, que indicarían cierta habitabilidad. También en esta época se debió construir un pequeño recinto alrededor de la torre aunque hoy día sólo puede aventurarse su trazado bajo el recinto actual.

Con posterioridad a la finalización de las obras anteriores, y seguramente ya en el S. XIV, Miguel Pérez Zapata debió proyectar el castillo que hoy podemos contemplar. Una fortaleza compuesta por dos recintos solapados, uno de ellos siguiendo probablemente los trazados del recinto anterior, y una torre que respetó los muros de la del S. XII pero fue recrecida en una planta y forrada exteriormente con un muro de más de un metro de espesor.

El recinto de la torre, que seguramente seguía los trazados de otro recinto del S. XII, estaba perfectamente compartimentado en un pabellón de entrada, otro frontal de saeteras, un patio de armas, una cisterna cilíndrica una serie de estancias cubiertas alrededor de la torre. Todas estas estructuras se distribuían longitudinalmente y se adaptaron perfectamente a la orografía del terreno. Actualmente se conservan todos los muros o sus arranques con una altura variable entre uno y tres metros; también permanecen varias saeteras, los umbrales de las habitaciones y algunas ventanas.

Continuando con el recinto de la torre pero a un nivel inferior, se extendía un amplio recinto aparentemente diáfano cercado por un muro de argamasa y piedras irregulares del que actualmente sólo se conservan los cimientos y unos metros de la barrera frontal de saeteras. Todo parece del mismo material que el recinto de la torre aunque la distribución interior es un enigma por encontrarse enterrada.

La torre, que fue recrecida en una planta y forrada con materiales muy similares a los de la primitiva, recibió un remate de almenas rectangulares que se conserva en dos de sus cuatro lados. Interiormente, los forjados primitivos de cada planta fueron sustituidos por techos abovedados de argamasa y dos de las saeteras de la tercera planta fueron agrandadas permitir el acceso al segundo muro.”




            Lurte Os mosicos d'a Compañía Almugabar,


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